No hay una tarta que me enamore más que la red velvet. Mis hermanas siempre me la piden pero se me apetecía hacer otra receta distinta a la que tengo publicada aquí. Esta vez me he guiado por la receta que Cristina, de Un pedacito de cielo publicó en My Karamelli. Para hacerla vamos a necesitar:
Comenzamos tamizando la harina junto con la sal y el cacao y reservamos. Batimos el aceite con el azúcar y añadimos los huevo de uno en uno mientras batimos hasta conseguir una mezcla esponjosa. Incorporamos la vainilla y batimos. Añadimos el colorante al buttermilk y mezclamos para ver el color que nos quedará (si no vemos suficiente intensidad podemos añadir más colorante)
Añadimos la mitad de la mezcla que tamizamos al principio y cuando esté integrada incorporamos 260ml de buttermilk. Terminamos con el resto de harina y cacao. Mezclamos el bicarbonato con el vinagre y lo vertemos en la masa. Mezclamos hasta integrarlo por completo. Repartimos la masa en tres moldes engrasados (los míos son de 16cm) y los llevamos al horno precalentado a 180º para cocinarlos 30 minutos o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Dejamos atemperar sobre una rejilla 10 minutos antes de desmoldar y los envolveremos en film trasparente para llevarlos a la nevera en caliente (así quedarán más jugosos)
Para la crema de queso batimos la mantequilla, que debe estar a temperatura ambiente, junto con el azúcar hasta que quede una crema esponjosa. Añadimos la vainilla y el queso crema bien frío y batimos un poco a velocidad baja. Para evitar que se nos corte la crema terminamos de integrar con una espátula. Rellenamos cada capa con esta crema de queso y decoramos con lo que nos ha sobrado.
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